
Santo Tomé y Príncipe, uno de los países africanos cuya economía depende en gran medida de la producción de cacao, enfrenta un doble desafío: mantener los medios de vida de miles de familias mientras combate la degradación del suelo y los efectos del cambio climático.
El archipiélago, conocido por sus abundantes plantaciones de cacao y selvas tropicales, sufre crecientes presiones debido a la expansión agrícola. Para revertir esta tendencia, expertos de la ONU, en colaboración con el gobierno local, han puesto en marcha una iniciativa destinada a restaurar los ecosistemas y fomentar una producción más sostenible.
Faustino Oliveira, coordinador nacional del proyecto de la FAO, subraya la importancia de preservar los bosques: «La producción de cacao depende de la cobertura forestal, principalmente de árboles grandes. Por lo tanto, era necesario ayudar a estas cooperativas a rehabilitarse mediante técnicas de plantación y repoblación».
La iniciativa no solo se centra en la protección ambiental, sino también en la capacitación de las comunidades productoras. Dodamin Semedo Correia, agricultor de cacao, destaca el impacto positivo: «La cooperativa nos dio capacitación en gestión, para aprender a administrar nuestro dinero y nuestra producción».
Hasta la fecha, más de 37 grupos de productores y alrededor de 2.000 familias se han beneficiado de estas acciones, que buscan garantizar que el cacao de Santo Tomé y Príncipe sea sinónimo de sostenibilidad y resiliencia frente a los retos climáticos.
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