
Representación del mal europeo en el mundo
Europa, el continente que gusta presentarse como la cuna de la civilización, la democracia y los derechos humanos, arrastra una historia cimentada en la sangre, el saqueo y la deshumanización sistemática de pueblos enteros. Durante siglos, ha vestido su brutalidad con trajes de progreso y evangelización, escondiendo bajo el manto de la “civilización” las peores atrocidades cometidas contra África, Asia y América Latina.
Desde la trata transatlántica de esclavos —una empresa de muerte organizada desde Lisboa hasta Ámsterdam—, hasta el reparto colonial de África, Europa ha actuado como el autor intelectual y material de la devastación de pueblos enteros. Bajo la bandera del catolicismo, entraron con la cruz y la espada para ocupar territorios, borrar culturas y subyugar cuerpos.
La llamada «conquista» no fue más que una violación organizada de la soberanía de millones de africanos, legitimada por biblias reescritas al servicio de imperios y economías esclavistas.
Los relatos históricos fueron redactados por las propias manos de los invasores. El modelo de educación global, exportado por universidades y editoriales europeas, todavía enseña una narrativa falsa: que Europa «descubrió» continentes, que llevó orden, que construyó civilización. En realidad, desató guerras, destruyó identidades, impuso fronteras artificiales, y dejó tras de sí naciones divididas, empobrecidas y atrapadas en conflictos sembrados a propósito.
La prueba sigue siendo palpable: el franco CFA, aún en circulación, es una moneda colonial impuesta por Francia que ata a varios países africanos a una dependencia económica perversa. África no es pobre: la empobrecieron y la siguen saqueando, usando guerras étnicas inducidas, dictadores patrocinados y deudas impuestas.
Europa también es responsable de las peores matanzas humanas de la historia moderna. Hitler, una creación cultural y política del corazón de Europa, exterminó millones de personas. Pero lo que se olvida —y se oculta— es que el rey belga Leopoldo II masacró a más de 10 millones de africanos en el Congo, sin que esto haya generado el mismo escándalo global ni la misma condena histórica.
Hoy, el guion se repite. El silencio de Europa frente al genocidio en Palestina no es neutralidad: es complicidad. Venden armas, dan cobertura diplomática y justifican con retórica vacía lo que a todas luces es un crimen de lesa humanidad. Palestina es una cárcel a cielo abierto, y los niños que mueren bajo los escombros no son “daños colaterales”, son víctimas directas de una política global racista y deshumanizadora.
Europa —esa misma que condena selectivamente las violaciones de derechos humanos— guarda un silencio cobarde mientras millones de seres humanos en Gaza son aniquilados. Las supuestas democracias occidentales, esas que exigen transparencia y civilidad al resto del mundo, viven alimentadas por el racismo, la hipocresía y el saqueo permanente.
BNN África denuncia con firmeza la responsabilidad histórica y actual de Europa en la destrucción del continente africano y su rol directo en el genocidio del pueblo palestino. Exigimos el fin de la ocupación, el fin del comercio de armas con Israel, y la liberación incondicional del pueblo palestino.
Porque ya no se trata de diplomacia ni de política internacional: se trata de humanidad.
Y la humanidad está siendo asesinada con el sello de “hecho en Europa”.
Por BNN ÁFRICA