Diversos medios senegaleses como Sene.News, y Koaci, informan que la justicia ecuatoguineana ha absuelto a Baltasar Ebang Engonga Edjo, conocido popularmente como «Bello», en el marco de las acusaciones que lo relacionaban con un escándalo sexual de alto perfil.
Según los reportes, las conclusiones judiciales indican que las mujeres involucradas en los videos que salieron a la luz eran todas mayores de edad y participaron de forma plenamente consentida en los actos registrados. Asimismo, las pruebas médicas realizadas confirmaron que no existía rastro alguno de enfermedades de transmisión sexual, desestimando la hipótesis de un atentado contra la salud pública.
Sin embargo, este inesperado giro en el caso deja abiertas inquietantes preguntas sobre los procesos judiciales y el impacto mediático de la controversia. Cabe recordar que la detención de Ebang Engonga Edjo no estuvo inicialmente vinculada al escándalo sexual, sino a acusaciones más graves relacionadas con presuntos actos de corrupción, una línea de investigación que, según trascendidos, sigue su curso.
Esta disonancia entre las acusaciones iniciales y el desenlace actual de las imputaciones sexuales plantea dudas razonables sobre si nos encontramos ante un genuino acto de justicia o, por el contrario, una calculada operación para mitigar el daño a la reputación pública de una figura política en el ojo del huracán.
Adicionalmente, las informaciones recabadas indican que Ebang Engonga Edjo estaría evaluando acciones legales contra aquellos que, mediante la filtración de los videos, contribuyeron al deterioro de su imagen personal y profesional. La amenaza de estos litigios podría servir tanto como un intento por reivindicar su honor como una estrategia para silenciar a quienes han cuestionado su proceder.
Más desconcertante aún es el silencio sostenido del fiscal general del Estado, quien en un inicio dejó entrever posibles riesgos a la salud pública derivados de este caso. Desde entonces, no ha emitido nuevos comunicados ni aclarado la situación, dejando a la opinión pública sumida en una incertidumbre que erosiona la confianza en las instituciones.
A la luz de estos acontecimientos, es imperativo que las autoridades ecuatoguineanas ofrezcan explicaciones claras y detalladas sobre el desarrollo de este caso, tanto en lo relativo a las acusaciones sexuales como a las investigaciones pendientes por corrupción.
De no hacerlo, quedará en el aire la incómoda percepción de que el desenlace actual podría formar parte de un intento deliberado por redibujar la imagen de un acusado cuyas controversias van mucho más allá del escándalo mediático.
Redacción BNN África