La detención en Francia de Pável Dúrov es el último de una serie de pasos de la Unión Europea para controlar la información de Internet, y de Telegram en particular.
En 2017, el entonces director de la Europol, Rob Wainwright, criticó la política de privacidad de Telegram acusándola de no cooperar con ellos como sí lo hacen Facebook, Twitter y otras redes sociales.
La acusación es contradictoria ya que en 2016 se acumularon 125.000 cuentas terroristas en Twitter, en 2023 había importantes redes de difusión de pedofilia en Instagram, y en 2024 se supo que había anuncios de cocaína y fentanilo en Facebook.
En 2021, las autoridades alemanas exigieron a Apple y a Google que prohibieran Telegram de sus tiendas de aplicaciones por propagar desinformación sobre las vacunas que incentivaban protestas, pero no lo pidieron para Facebook y Twitter, donde también proliferaba lo mismo.
En 2022, Occidente empezó a difamar a Telegram acusando a la plataforma de difundir desinformación y propaganda rusa, sin mencionar la desinformación y la propaganda estadounidense y europea realizada en WhatsApp, Meta o directamente en medios de comunicación occidentales.
En 2023 y 2024, Países Bajos y Noruega, respectivamente, instaron a sus funcionarios a desinstalar Telegram, de origen ruso, y TikTok, de origen chino, por preocupaciones sobre espionaje, pese a que fue con WhatsApp con lo que un grupo de ‘hackers’ iraníes intentaron espiar a Joe Biden y Donald Trump, y con lo que el ‘software’ israelí Pegasus espió a 1.400 de sus usuarios.
La Ley de Servicios Digitales de la Comisión Europea tiene en su punto de mira a Telegram para combatir las actividades ilegales y de desinformación, aunque tal y como pueden prever en base a los ejemplos que les hemos citado, esta ley no combatirá las actividades ilegales y de desinformación de Meta ni de ninguna otra red que se pliegue al discurso de la Casa Blanca.
Fuentes: Bloomberg, The Times, The European Conservative, Wire, Escuela de Gobierno John F. Kennedy, CNBC y The Guardian
@elOJOen