El primer desembarco se detectó a finales de agosto. Decenas de mercenarios rusos aparecieron en las calles de Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial. Pertenecían a la empresa militar privada Wagner, ahora renombrada como África Corps y controlada por el Kremlin, según confirman fotografías obtenidas por este diario, fuentes guineanas y diplomáticas y expertos en la zona.
No se esconden, como ocurría hace unos años, cuando los mercenarios controlados por el difunto Yevgueni Prigozhin empezaron a intervenir en Sudán, Libia o los países del Sahel (Malí, República Centroafricana, Burkina Faso…). Ahora estos soldados de fortuna llevan la bandera de Rusia bien visible en la solapa y se exhiben armados por la ciudad, por donde se mueven a sus anchas.
Una segunda tanda de combatientes rusos llegó el pasado 8 de septiembre a Bata, una ciudad portuaria y la más poblada de la excolonia española. Se estima que allí operan en estos momentos hasta 300 de estos mercenarios, una cifra considerable si se tiene en cuenta que el Ejército del país está compuesto por no más de 3.000 hombres, mal armados y poco motivados y sin experiencia en combate.
“Obiang ya había tenido una guardia marroquí. Pero nunca antes habíamos visto a un Ejército extranjero con armas pesadas circulando libremente por las ciudades de Guinea ecuatorial”, apunta en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Mocache Massoko, ecuatoguineano residente en España y editor del Diario Rombe, que recopila testimonios e informaciones desde el país. “Se pasean por la ciudad con sus uniformes y con la bandera rusa, en sus vehículos Toyota, y van a los supermercados armados hasta los dientes. En grupos de 20 a 30 personas, vigilan la frontera o acompañan al presidente o al vicepresidente”.
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