
El Ministerio del Interior de Guinea Ecuatorial ha vuelto a ser objeto de controversia tras la reciente suspensión de la Festividad del Día de la Lengua Materna Bubi, que este año estaba programada para celebrarse en el poblado de Ruiché.
Alegando «falta de seguridad» como razón oficial, la medida ha sido percibida como un nuevo intento de marginar la identidad cultural y lingüística del pueblo bubi, que históricamente ha enfrentado obstáculos para preservar su patrimonio en un entorno político centralizado y desfavorable.
La comunidad bubi no es ajena a estas prácticas. En 2015, el cierre de la Casa Cultural de Rebola, un espacio emblemático para la formación y el desarrollo juvenil, marcó un precedente en la represión de las iniciativas culturales de esta etnia. Dicho cierre, ordenado por el mismo Ministerio del Interior, fue considerado un ataque directo contra un lugar que simbolizaba el compromiso de los jóvenes bubis con su lengua, cultura y desarrollo social.
Sin embargo, el trasfondo de estas decisiones trasciende los actos puntuales. Mientras las actividades culturales de la comunidad bubi son recurrentemente restringidas bajo pretextos como la «seguridad», las expresiones vinculadas a la lengua fang no solo son ampliamente aceptadas, sino que son activamente promovidas.
El fang, adoptado como lengua dominante y legal en todos los organismos públicos y privados, se ha convertido en el símbolo de un centralismo cultural que margina a las demás lenguas nacionales.
La Festividad del Día de la Lengua Materna Bubi, que se ha celebrado anualmente con total civismo, representa una oportunidad invaluable para que esta comunidad reflexione sobre su identidad y reivindique su patrimonio cultural.
No obstante, estas iniciativas parecen ser vistas como una amenaza por las autoridades, quienes en lugar de fomentar la diversidad lingüística del país, insisten en perpetuar un modelo de exclusión que debilita la pluralidad que debería caracterizar a Guinea Ecuatorial.
Es importante destacar que las celebraciones relacionadas con la lengua fang no enfrentan obstáculos de esta naturaleza. Por el contrario, son incentivadas en un entorno donde su uso es omnipresente y privilegiado en la administración pública, la educación y los medios de comunicación.
Este tratamiento desigual plantea interrogantes sobre el compromiso real del gobierno con la protección y promoción de todas las lenguas nacionales, tal como establece el discurso oficial de unidad y diversidad cultural.
Ante este panorama, cabe preguntarse: ¿qué amenaza representa que el pueblo bubi celebre su lengua y cultura? La respuesta parece apuntar a un temor infundado hacia cualquier manifestación que reivindique derechos históricos y sociales de las comunidades marginadas.
Este tipo de medidas no solo atentan contra el derecho de los bubis a conservar su identidad, sino que también reflejan un modelo político que prioriza la homogeneización cultural a expensas de la riqueza lingüística y étnica del país.
El pueblo Bubi es un pueblo pacífico que nunca ha supuesto un peligro para el Régimen de Macias, ni tampoco el actual. A pesar de todo esto han seguido luchando por su pueblo.
Es imperativo que Guinea Ecuatorial reconozca y celebre su diversidad como una fortaleza y no como una fuente de división. Permitir que todas las comunidades expresen su cultura y preserven sus lenguas no es solo un acto de justicia, sino también un paso esencial hacia la construcción de un Estado verdaderamente inclusivo y representativo de sus ciudadanos.