Vivimos en tiempos en los que los referentes escasean, la brújula moral parece rota y, para colmo, el Sr. Bello es considerado un modelo a seguir.
En este escenario, no es de extrañar que haya jóvenes que, en lugar de preocuparse por aprobar matemáticas o aprender a no dejar el currículum con faltas de ortografía, se obsesionen con conseguir un iPhone Pro Max antes de la mayoría de edad. ¿Cómo? Fácil: encontrando a una mujer madura que, con la promesa de intercambiar placeres por bienes materiales, les ayude a cumplir sus sueños consumistas.
En medio de este caos, surgen los gurús motivacionales de pacotilla, esos que sueltan frases impactantes sin detenerse a pensar en su significado. «A los 17 años ya me había comprado una casa», dicen con tono de superioridad, como si eso, por sí solo, validara su existencia. Lo importante no es cómo lo lograron (porque, sorpresa, nadie se detiene a preguntar), sino la espectacularidad del titular.
El peligro de beber de fuentes contaminadas
Los jóvenes de hoy deben tener cuidado con lo que consumen, y no me refiero solo a la comida chatarra. Hay discursos que intoxican más que una hamburguesa olvidada en la nevera durante semanas. En la carrera por impresionar y quemar etapas, muchos terminan siguiendo consejos de personajes que solo buscan adornar su feed de Instagram con fotos de miradas intensas y mensajes inspiradores copiados de Pinterest.
El problema es que, detrás de esas frases motivacionales, se esconde una triste realidad: los mismos que te dicen que dejes los estudios para comprar tu primer coche a los 17 años son los que, entre risas y chistes malos, se pasean con bolsos de marca y zapatos caros mientras tú, fiel seguidor, descubres que sin educación ni contactos, la vida real no es tan «motivacional».
Ser padres en tiempos de influencers
Los padres, esos seres que, en teoría, deberían guiar a sus hijos, muchas veces quedan en segundo plano frente a la influencia de estos gurús de la nada. Si un niño de 17 años cree que lo más importante es tener una casa, un coche y un iPhone último modelo, tal vez alguien no ha hecho su trabajo en casa. Acompañar a los hijos en su crecimiento no significa solo pagar la cuota del internet para que vean TikToks, sino enseñarles que la vida tiene etapas y que no es necesario impresionar a nadie para ser valioso.
Y ya que estamos en temas de responsabilidad, también es importante recordarle a las mujeres que, si un hombre no está dispuesto a comprometerse antes de traer un hijo al mundo, no hay ninguna ley que obligue a dar al niño los apellidos de alguien que solo existirá en su ADN, pero no en su vida.
Cuando la realidad supera a los discursos motivacionales
Sorprende que muchas de estas verdades incómodas no sean dichas por personas con títulos universitarios, sino por gente con los pies en la tierra, que ha vivido en barrios donde los cortes de luz duraban meses y la vida no se solucionaba con frases inspiradoras. Una simple Wendy «la Pija», que ha crecido en la dura realidad de Guinea Ecuatorial, puede desmontar en cinco minutos todo el chiringuito motivacional de estos vendehumo con un solo argumento: la vida no es un eslogan de Instagram.
Así que, querido joven de 17 años que sueñas con una casa, un coche y un estatus que impresione a desconocidos en redes sociales, piensa dos veces antes de seguir a ciegas a quien te dice que puedes lograrlo dejando los estudios y buscando atajos. Porque, cuando el gurú de turno ya haya cambiado su discurso y su número de teléfono, tú seguirás ahí, con una casa que no puedes mantener y un coche sin gasolina.
Redacción de BNN ÁFRICA
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